viernes, 11 de noviembre de 2011

Las cuatro leyes universales de la causalidad

1. Cada persona que llega a nosotros es la correcta: Nadie llega a nuestras vidas por casualidad ni por error. Desterremos la suposición de que fue un error acercarse a alguien. Todos los que se nos acercan, nos rodean, interactúan con nosotros, por breve que sea el cruce entre sus vidas y las nuestras, fueron enviados por una razón: están allí por hacernos aprender algo.
2. Lo que sucede es la única cosa que podía haber sucedido: Nada pero absolutamente nada de lo que sucede en nuestras vidas podría haber sido de otra manera, ni siquiera el detalle más insignificante. Desterremos  la suposición de lo que hubiera pasado si hubiera hecho o dejado de hacer algo. Aunque nuestra mente y nuestro ego se resistan a aceptarlo todo lo que pasó en nuestra vida fue lo único que pudo haber pasado y tuvo que ser así para que aprendamos esa lección y sigamos adelante.
3. El momento correcto para que algo comience es cuando comienza: Todo comienza en el momento indicado, ni antes ni después. Desterremos las ansiedades y las acciones atropelladas. Creemos conocernos y saber qué es lo que más nos conviene pero no es así, queremos que algo nos suceda ya o no pase nunca pero, aunque no lo comprendamos, cuando estemos preparados para que algo empiece en nuestras vidas es entonces y sólo entonces  cuando comenzará.
4. Cuando algo termina, termina: Simplemente así. Desterremos el apego vano y toda nostalgia por lo pasado, por las cosas o los seres que ya no están, por lo que se fue. Aprendamos que si algo terminó en nuestras vidas es para nuestra evolución por lo tanto lo mejor es dejarlo ir y avanzar enriquecidos por esa experiencia rumbo a aquello nuevo que espera por nosotros.

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